Necrografía
Por
Freddy Lara Felipe[i]NJ, 23 de 0ctubre 2012
En mi afán por estar informado sobre todo lo que acontece en mí país, aunque resido en otros lares, leo las ediciones digitales de algunos de los periódicos que se publican en República Dominicana, estando en esos afanes, me llamó la atención un titular que da cuenta de que había aparecido en el asiento trasero de su vehículo, el cadáver de una joven médico en avanzado estado de putrefacción, un hecho muy triste y lamentable que se suma a la cadena de violencia que esta azotando a la patria de Duarte.
El objetivo de este
escrito, no es volver a narrar lo que han relatado todos los medios de
comunicación dominicanos, sino manifestar mi indignación, mi rechazo y mi
repulsa al tratamiento poco ético que se le dio a la infausta noticia, al
calzar la fotografía del cadáver de la desdichada muchacha, resaltando los
detalles más escalofriantes de esta tragedia humana, al estilo de la mas
asquerosa “crónica roja”.
Esta forma de hacer
periodismo no es nueva, ni en República Dominicana, ni en otros países en vías
de desarrollo, cuyos medios se jactan de contar la última generación de
tecnología digital usada en sus medios, al tiempo que irrespetan, ultrajan y
denigran sin ningún pudor a los familiares y las víctimas de hechos trágicos,
todos de origen humilde, hago esta afirmación, porque he leído noticias de
fatalidades ocurridas a ciudadanos de clase media y alta y nunca he vistos esas
grotescas exhibiciones de cadáveres ensangrentados, con esto no quiero decir
que los despojos de las personas que en algún momento aparecieron en la crónica
rosa, se le aplique el mismo tratamiento que a los pobres de solemnidad, lo que
reclamo es que a todos se le trate con el respeto a que tienen derecho.
Preocupados por esa realidad
en Ecuador se sometió hace unos años un proyecto de Ley de libertad de prensa
que en su articulo 21 dice “La producción de contenidos a ser difundidos por los medios de comunicación
social debe de ser de calidad, en el fondo conceptual y en la forma de
manifestarla. Debe ser portadora de valores que defiendan la dignidad humana y
los derechos fundamentales consignados en la Constitución y en los instrumentos
internacionales de derechos humanos; que condenan toda forma de discriminación;
que respondan a un enfoque de género; que rechacen la discriminación en todas
su formas y sin razones; que promueva el trato preferencial y solidario hacia
los grupos humanos vulnerables que tienen derecho a una atención preferente;
que propicien el respeto hacia el otro; y en fin que no admitan los prejuicios
y estereotipos”. Lo
que dice esa cita deberían practicarlo los que ejercen como periodistas en
Republica Dominicana.
El tema de la ética que debe acompañar el oficio de
comunicar ha sido debatido hasta la saciedad, sin embargo, en nuestros medios
es alto frecuente la publicación de imágenes de los “agentes del orden público”
levantando los cadáveres de supuestos o reales delincuentes, muertos en los
llamados intercambios de disparos, asidos de pies y manos y lanzados como un
objeto cualquiera en la cama de una destartalada camioneta, las osamentas
amontonadas de las victimas de algún
deslave en el sur profundo o los restos de los cientos de mujeres víctimas de
la violencia domestica.
En ese tenor, en un articulo publicado
por Jenny Pontón[ii][iii]
titulado “Crónica roja en los medios de comunicación ecuatorianos: ¿un problema de seguridad ciudadana?, se plantea lo que sigue “La discusión sobre las relaciones
entre medios y violencia es tan abundante como diversa, en esta vinculación es
pertinente conceptualizar el término ‘violencia’ con el objetivo de identificar
los alcances y las expresiones de esta problemática. Para la OMS, la
violencia constituye un asunto de salud pública y se define como “el uso
intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno
mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas
probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del
desarrollo o privaciones” (OMS, 2003: 5). Esta organización considera que
es posible prevenir y disminuir los efectos de la violencia ya que, a pesar de
que siempre ha estado presente en el mundo, no tiene que aceptarse como una
parte inevitable de la condición humana. Las violencias que difunden los
medios de comunicación están contenidas en este concepto, el cual abarca las
numerosísimas consecuencias que genera este problema y que a menudo son menos
notorias —como los daños síquicos, las privaciones y las deficiencias del
desarrollo que comprometen el bienestar de los individuos, las familias y las
comunidades”
Finalmente, no son discutibles
los derechos a la libertad de expresión y de información que tienen los medios
y los ciudadanos, pero esos derechos deben ser ejercidos con responsabilidad ética
y moral y respeto a los demás. No pedimos la censura gubernamental a los
medios, solicitamos cordura, autorregulación, tacto, sentido común de parte de
los periodistas, principalmente de los
directores y los jefes de redacción.
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